Equilibrio emocional y autocontrol
May222015

¿Quieres saber cómo CONTROLAR TUS EMOCIONES y los COMPORTAMIENTOS derivados de éstas? En el post te cuento todas las claves para recuperar el control.
El autocontrol emocional es la capacidad que nos permite controlar nuestras propias emociones y no que sean éstas las que nos controlen a nosotros. Una persona que no tiene control sobre sus emociones suele tener altibajos en su estado de ánimo, además de acabar arrepintiéndose con frecuencia de su comportamiento debido a que actúa de forma muy impulsiva (llevados por la emoción del momento). Por otro lado, las personas que poseen cierto autocontrol sobre sus emociones tienen, por extensión, libertad y control sobre cómo y con qué intensidad quieren vivir los sucesos que acontecen día tras día y, en definitiva, sus vidas.
CAUSAS y CONSECUENCIAS
La dificultad para ejercer autocontrol sobre nosotros mismos suele estar relacionada con la inestabilidad emocional, que a su vez, va de la mano de una baja autoestima, acompañada en su mayoría de veces de una falta de habilidades sociales, existiendo retroalimentación entre estos conceptos. Como añadido, la falta de control sobre nosotros mismos puede derivar en otras consecuencias perjudiciales como son los problemas de relación con nuestras personas allegadas, aumento de la agresividad, tristeza o ansiedad, llevar al abuso de drogas o llevar a cabo conductas cuyas consecuencias son irreversibles una vez una vez realizadas.
¿Cómo podemos controlar nuestras emociones?
¿Cómo podemos controlar nuestras emociones?
En primer lugar, debemos tener presente que no son los sucesos externos los que manejan nuestra vida, sino nuestra forma de vivirlos. La misma situación para una persona puede significar algo parecido al fin del mundo, mientras que para otra, ese mismo hecho puede sólo ser una pequeña piedra en el camino. El problema aparece si de forma habitual acabamos viendo “grandes abismos” cuando simplemente se tratan de nimiedades, en vez de los “pequeños escaloncitos” que deberíamos ver. Por supuesto, ante esto nuestra forma de reaccionar será diferente y… nuestra forma de sentir también.
Párate y piensa: ¿En qué situaciones pierdes los nervios?
El primer paso es pensar en esas situaciones que tanto te perturban y en las que acabas perdiendo el control de ti mismo. Para que esto sea eficaz, debes analizar muy bien en frío la situación. Cuando pensamos acerca de las cosas con demasiada emotividad podemos cometer grandes errores de análisis, por lo que es recomendable anotar en un papel la secuencia de lo ocurrido: qué sucedió, qué pensaste, cómo actuaste y cuáles fueron las consecuencias de lo sucedido. De esta forma, al plasmarlo todo sobre un papel, evitarás que tus pensamientos se centren en una sola parte de lo ocurrido, teniendo en cuenta todos y cada uno de los aspectos relacionados con la situación.
Analiza uno a uno los pasos que te llevan al descontrol
Ahora conviene analizar cada uno de los pasos que te llevaron a perder el control. Una vez los tengas, trata de ver qué elementos son los principales desencadenantes. Lo ideal sería analizar diferentes situaciones para ver si existen puntos en común. Una vez hecho esto, trata de buscar una conducta incompatible con la conducta de descontrol. Con “conducta incompatible” me estoy refiriendo a una acción que no puedas realizar al mismo tiempo que pierdes el control. Un ejemplo de conducta incompatible sería salir fuera del lugar en el que te encuentras, alejarte de la persona con la que estás perdiendo los nervios o cambiar de actividad.
Márcate metas muy claras
Debes tener en cuenta que las metas han de ser claras y concretas, es decir, bien delimitadas. Cuando no tenemos nuestros propósitos bien definidos tenemos más probabilidades de fracasar en ellos. Para que esto no suceda, hay que marcar fechas concretas para cada uno de los pasos que lleven a conseguir nuestros propósitos.
Ten en cuenta cuáles son tus puntos débiles
Una recomendación es no exigirnos todo de una: debemos tomarnos esto como una aprendizaje que requiere tiempo. Por tanto, cuando no consigas tus propuestas, párate a pensar qué es lo que ha podido fallar para no volver a tropezar con la misma piedra.
Es aconsejable tener en cuenta cuáles son nuestras debilidades o puntos más flojos que pueden hacer que fracase nuestro plan. Una vez los tengamos localizados sería conveniente tener un plan alternativo por si éstos fallasen.
Date un premio cuando lo consigas
No te fijes sólo en lo que no has conseguido. Al final del día, recuerda también aquello que sí has logrado. Date un premio tras alcanzar un objetivo. Es un buen método para ayudarnos a no decaer ya que mejora nuestro estado de ánimo y permite darnos un respiro para coger fuerzas y seguir hacia adelante.
Si quieres saber más de mí, soy Sandra Bernal, psicóloga Online y en Valencia.
Me dedico a ayudar a las personas a salvar los obstáculos que se encuentran en su vida.
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