Dejar el pasado en el pasado

Recordar una y otra vez aquello tan terrible que nos sucedió nos ancla al pasado. Aquí puedes encontrar cinco claves para seguir adelante.

El pasado es algo que nos acompaña a lo largo de nuestra vida. El lugar del que venimos actúa como una base para construir quiénes somos, cómo actuamos y pensamos. Influye no sólo en nuestra perspectiva de vida, sino también en gran cantidad de cosas, como las sensaciones y emociones que tenemos ante alguien que nos acaban de presentar, un lugar nuevo, etc. Es decir, sin nuestro pasado percibiríamos el presente desde un punto de vista diferente.


Todas las personas podrán recordar momentos buenos y malos de su vida. Sin embargo, existe gente que parece tener una increíble facilidad para estar todo el día reviviendo su pasado. Pasar el día recordando aquello tan terrible que nos sucedió, lo mal que se portaron con nosotros, etc., trae de vuelta nuestra cabeza aquellas emociones de malestar, culpa, vergüenza, rencor... que nos vuelven a hacer daño de nuevo una y otra vez. Nada productivo, ¿verdad? Las personas que se focalizan demasiado en el pasado corren el peligro de caer sumidos en una gran tristeza o depresión, puesto que quedan presas de sus desgracias e inmóviles ante un presente/futuro nada prometedor (como consecuencia del pasado). Esto nos mantiene estáticos, nos impide movilizar nuestra energía para realizar nuevos proyectos o, simplemente, disfrutar del día en que nos encontramos. Es en este punto donde debemos tomar conciencia de que el pasado ya pasó (valga la redundancia) y que es en el presente donde nos encontramos.

olvidar pasado

¿Qué podemos hacer para dejar el pasado atrás?

Para ello, en primer lugar, debemos asumir que no va a cambiar. Debemos aceptar las cosas tal como fueron (por mucho que nos duelan) y dejarlo estar. Resulta fácil decirlo, sí. Pero pasar página es imprescindible. Para ello, algunas de las cosas que debemos intentar son:


1. Alza la vista hacia el mundo que te rodea. Párate a pensar en cuánto tiempo al día dedicas a pensar en tus problemas. Si crees que es demasiado, cabe la posibilidad de que estés muy centrado en ti mismo y, por tanto, olvidándote del mundo que te rodea. Séneca dijo "hay más cosas que nos asustan que cosas que nos hieran verdaderamente y, sufrimos más en la imaginación que en la realidad". ¿Se aplica esto a tu vida? Si es así, reflexiona sobre ello poruqe quizás estés haciendo trabajar a tus neuronas en tu propia contra. Levantar la vista de tu ombligo para pasar a mirar el sitio en el que estás y la gente que te rodea puede pasar a ser un buen primer paso para seguir hacia adelante con tu vida.

2. Olvidar a aquellos que nos hicieron daño. Como ya se ha dicho, vivir rememorando aquello que tanto nos hizo sufrir impide que se cierren estas heridas. Y, que quede claro, guardar resentimiento hacia esa persona (e incluso mostrárselo abiertamente) muchas veces no va a conseguir que el otro se sienta peor. Nos estancamos pensando en qué le podríamos decir o hacer para hacerle "pagar" aquello que nos hizo y, de esta forma, seguimos frustrándonos y reviviendo nuestro dolor ccon esos recuerdos. Debemos asumir que és a nosotros mismos a quienes más perjudicamos al no apartar de nuestra mente a aquellas personas que tan mal se portaron con nosotros.

3. Perdonarse a sí mismo. Comprender que las cosas que hicimos mal ya no pueden deshacerse. En vez de culparnos a nosotros mismos por haber actuado de una determinada forma y no de otra, sería más productivo buscar por qué hicimos eso. ¿Cuáles fueron los deseos, motivaciones o miedos que nos llevaron a hacer las cosas de ese modo? Seguramente, si echamos la vista atrás, encontraremos que los motivos por los que en ese momento elegimos esa opción eran los que nos parecieron que mejor solucionaban nuestros problemas en esa época. Ahora sólo podemos intentar aprender de ello, conocernos a nosotros mismos para no cometer los mismos errores y, por supuesto, mejorar.. Hay un proverbio que dice "los errores son oportunidades para crecer como persona". Aplícalo en tu vida.

4. Encuentra un sentido a tu vida. Tener objetivos y metas en la vida nos permite afrontar los malos momentos. Saber que hay algo por lo que merecerá la pena seguir, nos da aliento a soportar las adversidades puesto que sabemos que cuando éstas terminen, podremos hacer aquello que anhelamos. Si en este momento, no tienes ningún deseo o meta a la vista, quizás estés dejando muchas opciones fuera de tu cabeza. Una pista: lo que más ayuda a uno mismo es ayudar a otros. Trabajar como voluntario para ayudar a otras personas o luchar por una causa justa pueden ser algunas de las cosas que pueden aportar mucho sentido a nuestra vida. Sabrás que es algo que te aporta bienestar cuando decidas dedicar parte de tu tiempo a hacer eso por el mero placer de hacerlo. 

5. Volver a empezar. A lo largo de nuestra vida podemos encontrarnos en situaciones que nos exijan tener que volver a empezar desde cero. A pesar de que en un primer momento vamos todo negro, debemos saber que esto no es así. Que nosotros no veamos las diferentes alternativas que tenemos no significa que éstas no existan o que no vendrán en un futuro. ¿Cuántas veces has tratado de imaginarte como sería esto o lo otro y luego no se ha parecido en nada a lo que esperabas? Eso es porque te estabas basando en tus creencias en vez de en hechos objetivos para deducir cómo serán las cosas. Saber cómo va a salir algo que aún no ha ocurrido es tremendamente difícil (y más todavía si no conocemos las circunstancias que nos acompañarán). Sin embargo, esto no quiere decir que no podamos ser dueños de nuestro destino. Una forma de tomar las riendas de tu vida puede empezar por marcarte pequeños objetivos a corto plazo (con fecha incluida y marcada en un calendario) que te lleven poco a poco hacia aquello que deseas. Dicen que Roma no se hizo en un día.





Gratisography


¿NECESITAS HABLAR?

Llámame al 633 145 415